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Subterráneo
03.10.2018 Poesía

 

 

Tres poemas del libro El sueño de toda célula 
 

 

El sueño de toda célula, de Maricela Guerrero, será publicado póximamente por Ediciones Antílope

 

 

 

Dátiles 

 

Anda tú a saber de dónde una palmera de dátiles acá en estos días, en estos 

extremos en el baldío de al lado: y la locura del viento y la lluvia: oronda la 

palmera creciendo una vez una poeta argelina nos trajo una cajita de dátiles 

dulces y brillantes también me pidió que me cuidara, la palmera de dátiles crece 

y no parece añorar el desierto, no ostenta angustia y sí da frutos y se cuida como 

si planteara una idea de huida y vuelta a la revolución de los dátiles, salir a las 

calles a resistir, palmeras de dátiles en esta ciudad para decir que es posible la 

revuelta y alimentar esperanzas impensadas en el mar en el desierto en la ciudad 

en el palmar de Elche. 

 

A unas horas de aquí, después de varias conexiones en aeropuertos se encuentran 

Estambul y los países del Magreb: 

 

Un dátil contiene 21 g de agua y vitamina C para resistir y alimentarse en el 

desierto. La palmera datilera es edulcorante, setenta por ciento de toda ella es 

azúcar. Dátil proviene de daktilos, dedos para apuntar estados y naciones que se 

hallan en guerra y resistencia contra las extracciones de hidrocarburos y sangre: 

con carbohidratos, potasio, hierro y fósforo, vitamina A, rivoflavina; la palmera 

dactilera y su frutos resisten traslados e intercambios un dátil es posible y 

necesario en la extranjería, quizá lo mismo que nopaleras en tierras asiáticas o 

africanas, la biodiversidad que se resiente de traslados calculados en oficinas 

agroeconómicas donde no hay voces que disientan: es extraño: qué haremos para 

escuchar el disentimiento sin combatirlo si no dejarlo fluir como una experiencia 

hermosa de permanecer aquí y ahora: 

 

[estamos juntos y abrazamos el miedo, nos colgamos de las ubres de una loba 

que nos alimenta y nos serena:  

nos echa a su lomo y respiramos:] 

 

Dátiles hervidos en leche limpian las vías respiratorias. 

Dátiles llevados a la boca de los amantes son afrodisiacos. 

Dátiles para resistir en  

Canarias  

Africa y Extremo Oriente  

y en el baldío de al lado: 


 
 

Reacciones metabólicas 

 

Se trata de un tema de comunicación: agudezas de ingenio y oscuridad y luz e 

intranquilidad: transformación producir azúcares sin resabios sin contaminantes. 

Un contaminante es una sustancia que excede sus niveles: es decir que estaba ahí, 

aunque todo tiene un límite y si se sobrepasa, acontecen eventos no deseados 

excesos de azúcar, de dióxido de carbono, de ácidos, de azufre: sulfatos exceso 

de agua en los pulmones no lo llamamos contaminación, pero parece: 

inundaciones diques presas que ahogan pueblos: casas en nombre de compañías 

constructoras, mineras sustractivas, excesos; en todo caso se trata después de 

aclarar de volver a acomodar y no siempre salir huyendo. 

 

[Vamos en el lomo de una loba bosque arriba.] 

 

Ahora voy detrás de algo o alguien que huye por los rápidos que se han formado 

en esta ciudad de terreno accidentado: y no es fluir es sólo ir persiguiendo y ya 

no se trata de eso que es angustia. Me quedo sin aire: sólo persigo una forma una 

presencia que me duele: una célula que se está quedando sin vida que detiene su 

intercambio biomolecular y duele mucho.  

 

Sulfatos sulfuros: cómo reducir el impacto de los excesos de los venenos, en las 

palabras las cosas que dijimos, lo que terminamos haciendo: exceso de encono y 

mala voluntad, imaginación desaforada: nos vale más la realidad, la percepción 

de lo que hay: esta tarde te veo así en tu belleza celular y descifro los excesos de 

las palabras, los colecciono, los acomodo: hermosura en ebullición: un 

deshuesadero de autos: ordenados por colores, por formas, por fechas y por 

eventos catastróficos ocupan el lugar que les corresponde: y sé que cada uno de 

ellos es una posibilidad de abrazarte, de serenar, de limpiar la biósfera: percibo 

tu respiración, recuerdo tus palabras, los pasos vacilantes de tus primeras 

correteadas: resistir y refrenar en mantos acuíferos: extraer los contaminantes los 

excesos y ordenarlos: que la belleza de su exceso fulgure y se transforme en otra 

cosa aquí cerca o tan lejos como el palmar de dátiles de Elche o el baldío de al 

lado: pienso en ti y en las cosechadoras de jazmín pienso en la forma en dibujas 

en que llevas el lápiz o la pluma en que iluminas una orilla en que trazas formas 

de hojas y árboles frutales. 

Percibo entonces todas las reacciones metabólicas de los billones de células de la 

loba que nos echa a su lomo y nos lleva bosque arriba. Respiramos juntos y la 

angustia es un animal que se echa a nuestro lado y duerme. 

  

 
 

¿El abedul y el abeto? 

 

En tanto que científica, una mujer canadiense, se hizo la siguiente pregunta: 

¿Cómo se comunicaban el abedul y el abeto? 

 

Planteó un problema y lo resolvió con un método y un orden de investigación. 

Resulta que el abedul y el abeto no sólo se hablaban en el idioma del carbono 

sino en nitrógeno y fósforo y agua y en signos defensivos, en alelos químicos y 

hormonas a través de redes de hongos diminutos y bacterias. 

 

Resulta que hay familias de árboles que debajo de las ramas en su lengua de 

átomos, moléculas y enlaces se convierten en formas novedosas de la vida: 

fósforo, nitrógeno, carbono; que se reparten los nutrientes, que se cuidan su 

crecimiento y se procuran; aunque a veces transmiten información equivocada, 

es el azar y la contingencia: son las células, lo que no sabemos; por eso hay que 

dejar ventanas abiertas. 

  

La lengua de los árboles y plantas en sus voces de química orgánica inorgánica 

con sus enlaces de carbono e hidrógeno y agua, nitrógeno, fósforo, viento y 

 energía: hablan azarosamente, y ahora recuerdo que es hermosa la forma en que 

ustedes sonríen, en que ella sonríe, en que río y reímos juntos cuando el azar: es 

valiente y generosa la forma en que ustedes se plantan en el mundo en que 

reposan y se expanden y devienen hojas y lobos: sabemos que no estamos solos: 

aunque el olor de los hidrocarburos y metanos no ha cesado en la ciudad a más 

de 50 km a la redonda. 

  

 

www.edicionesantilope.com

 

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